En un contexto global marcado por la volatilidad política, el crimen organizado transnacional y la acelerada digitalización, la seguridad ha dejado de ser un asunto exclusivo de operativos y fuerzas del orden. Hoy, representa una pieza clave en la arquitectura de confianza que requieren las empresas para invertir, producir y prosperar. La XVII Conferencia Regional de Seguridad Corporativa, organizada por AmCham Guatemala y OSAC, da cuenta de cómo la región centroamericana está comenzando a tratar la seguridad como una infraestructura blanda esencial para atraer inversión extranjera directa (IED).
Este foro no solo reunió a expertos en gestión de riesgos, sino que abrió un espacio técnico para actualizar capacidades de gerentes de seguridad de multinacionales, analizar amenazas y crear redes de colaboración público-privada. Lo relevante no es solo el qué, sino el cómo: la conferencia planteó la necesidad de comprender la seguridad no solo como protección, sino como habilitadora de competitividad. En un mundo donde las decisiones de inversión dependen de la estabilidad del entorno, la seguridad se convierte en un factor económico estratégico.

Guatemala, con un crecimiento proyectado del 3.7% para 2025 y un PIB estimado en 108.9 mil millones de dólares, muestra potencial de expansión regional. Pero el atractivo no puede medirse solo en números. La confianza es el insumo invisible que impulsa o frena esa expansión, y esta confianza depende en gran medida de la percepción de seguridad, tanto física como digital. En este sentido, la convergencia entre la ciberseguridad y la seguridad tradicional que plantea el evento resulta clave.
La noción de “Seguridad integral” —tema de la conferencia— invita a repensar la inversión no como una apuesta a ciegas, sino como una decisión estratégica que requiere condiciones previas. Entre ellas, la previsibilidad institucional, la colaboración multisectorial y la capacidad de respuesta ante amenazas emergentes. La seguridad se convierte así en una forma de gobernanza anticipada, que permite a los inversionistas mitigar riesgos antes de que estos se materialicen.

Uno de los aportes más valiosos del evento fue su enfoque regional. América Central enfrenta desafíos comunes: crimen organizado, corrupción, baja confianza en instituciones y limitada digitalización. Al abordarlos colectivamente, los países pueden reducir costos individuales y construir una reputación compartida de seguridad corporativa. Es un cambio de paradigma: de la competencia entre países por atraer IED a la cooperación regional para garantizar entornos estables.
La articulación entre el sector privado y los gobiernos se vuelve crucial. La conferencia muestra cómo esta alianza puede ir más allá del intercambio simbólico para generar inteligencia compartida, protocolos unificados y respuestas coordinadas. La seguridad deja de ser un gasto operativo para convertirse en una inversión en gobernabilidad. En este sentido, la sostenibilidad de la seguridad dependerá de su institucionalización más que de la coyuntura.
Otro factor clave es el talento humano. La profesionalización de los equipos de seguridad, su alineación con estándares internacionales y su capacidad de lectura contextual son condiciones necesarias para integrar la seguridad al corazón del modelo de negocio. No se trata de sumar más vigilancia, sino de formar perfiles capaces de anticipar riesgos y construir resiliencia en entornos cada vez más complejos.

Lo que está en juego no es solo atraer capitales extranjeros, sino garantizar que su llegada genere desarrollo, empleo y bienestar sin comprometer la estabilidad del país. La seguridad corporativa debe entenderse como parte del andamiaje que sostiene la inversión productiva, no como un beneficio externo. En sociedades marcadas por la desigualdad y la informalidad, esta visión puede ser la diferencia entre crecimiento con cohesión o crecimiento con fractura.
La apuesta de AmCham Guatemala y OSAC representa una hoja de ruta para pensar la inversión desde la seguridad, y la seguridad desde la inversión. Más que un evento, esta conferencia plantea una forma de ver el futuro económico de Centroamérica: uno en el que la seguridad no sea una preocupación residual, sino el terreno fértil donde florezcan los proyectos estratégicos que transformen la región.
