INDEPENDENCIA A CONTRA LUZ: DIVERSIDAD CULTURAL Y MEMORIA HISTÓRICA EN LA CELEBRACIÓN DEL 15 DE SEPTIEMBRE EN GUATEMALA 

Por: Dayra Cerna

Cada 15 de septiembre, Guatemala conmemora su independencia con actos oficiales cargados de simbolismo patriótico, desfiles, y ceremonias que marcan la ruptura con el dominio español. Sin embargo, esta celebración, en gran medida centralizada y homogénea, no siempre refleja la vasta diversidad cultural del país. Para muchas comunidades indígenas y rurales, la fecha de la independencia se vive de maneras que distan del relato oficial, invitando a una reflexión sobre el verdadero significado de ser una nación independiente en un país multicultural y multilingüe.

Gustavo Ostrich, del Centro Cultural Universitario de la Universidad de San Carlos (USAC), señala que las celebraciones oficiales tienden a enfocarse en una narrativa única de la independencia, que deja de lado las interpretaciones y memorias históricas de otros sectores. “Las comunidades indígenas y rurales han vivido la historia de manera distinta. Para muchos, la independencia no supuso una verdadera emancipación, sino la continuidad de un sistema de desigualdades que sigue vigente hasta hoy”, comenta Ostrich. Estas comunidades han desarrollado sus propias formas de conmemorar esta fecha, reinterpretando el significado de libertad y soberanía a partir de sus propias tradiciones y luchas.

En lugares como Totonicapán, comunidades indígenas celebran el Día de la Independencia con rituales que remiten a sus propias cosmovisiones y formas de resistencia histórica. Aquí, los festejos incluyen danzas ancestrales y ceremonias vinculadas a la tierra y la espiritualidad maya. Ostrich resalta que este contraste entre la celebración oficial y la de las comunidades indígenas revela una pluralidad de significados: “No podemos hablar de una sola independencia; para estas comunidades, la lucha por el reconocimiento y la justicia aún está vigente”.

Una de las expresiones más impresionantes de esta diversidad es la danza del hombre emplumado que asciende y desciende desde un palo a 50 metros de altura, un espectáculo que sigue presente en festividades indígenas. Esta tradición, que mezcla rituales religiosos y culturales, tiene profundas raíces en la cosmovisión mesoamericana. En algunos contextos, este tipo de danza ceremonial ha sido reinterpretada para simbolizar el deseo de conexión con la espiritualidad y la naturaleza, en contraste con la visión más militarista o cívica de los desfiles oficiales.

La manera en que las comunidades rurales e indígenas conmemoran el 15 de septiembre invita a repensar la idea de independencia en Guatemala. Mientras los actos oficiales exaltan una narrativa de unidad nacional, estas otras formas de celebración reflejan la complejidad y diversidad de las historias del país. Ostrich sostiene que para construir una identidad nacional verdaderamente inclusiva, es fundamental integrar estas voces marginadas en la narrativa dominante. “La historia de Guatemala no puede entenderse sin reconocer las luchas de los pueblos indígenas y las diversas maneras en que interpretan la independencia. Necesitamos una narrativa que incluya y represente a todos los guatemaltecos”.

El desafío, por tanto, no es solo conmemorar la independencia, sino hacerlo de manera que refleje la diversidad cultural y el mosaico de experiencias que forman la nación guatemalteca. “La celebración oficial es solo una parte de la historia. Las comunidades indígenas y rurales nos muestran que la verdadera independencia está aún por construirse, y eso solo será posible si se reconoce y respeta la pluralidad de voces que conforman el país”, concluye Ostrich.

Foto por: Prensa Libre: EFE